Ya sabes que procedimientos como decoloración, coloración o uso de herramientas de calor pueden dañar el cabello, ¿bueno? Hay algo que lo puede dañar de la misma manera: la exposición al medio ambiente.
Vamos a hablar de la enemiga predilecta de nuestro cabello (y nuestra piel): la radiación ultravioleta (UV).
¿Qué es la radiación ultravioleta (UV)?
Es un tipo de energía emitida por el sol, y aunque tienen mala reputación, no es del todo mala. Por ejemplo, se pueden utilizar ciertas longitudes de onda para tratar la alopecia. Pero también, demasiados rayos UV pueden tener efectos nocivos en la salud de nuestra piel y pueden dañar el cabello. El daño provocado por los rayos UV se llama fotodaño y se relaciona directamente con un cabello sin fuerza, seco, opaco, sin color, rígido y quebradizo.
UV + Estructura del cabello
Como ya debes saber, el cabello se compone de varias capas, todas ellas se ven afectadas por los rayos UV. Como la cutícula es la capa más externa, recibe mayor daño, degradando sus lípidos y proteínas. Las células de la cutícula se levantan, haciéndola más frágil y propensa a hincharse con el agua. Esto deja las capas internas expuestas. Los rayos UV también pueden romper los enlaces químicos en la cutícula y la corteza que entrecruzan las proteínas del cabello, debilitando aún más la estructura y la fuerza del cabello.
Reacciones oxidativas
Los rayos UV no solo rompen enlaces. Pueden desprender electrones de diferentes partes de la fibra capilar, produciendo moléculas altamente reactivas llamadas radicales libres o especies reactivas de oxígeno (ROS). Estas moléculas reaccionan con los lípidos y proteínas circundantes del cabello, descomponiéndolos y produciendo aún más radicales, provocando un círculo vicioso de daño.
¡Caos! Se degrada la estructura, se descomponen proteínas y melanina del cabello, se oxidan lípidos sobre y dentro del cabello y cambian su color. Y peor aún, este daño oxidativo ambiental, se amplifica cuando el cabello está mojado o expuesto a la humedad.
El agua empeora los daños
El agua permite que las sustancias dialoguen entre sí más fácilmente, lo que la convierte en un disolvente químico. Al cabello no le gusta esto, porque mientras más interactúan las sustancias problemáticas, mayor es la posibilidad de que reaccionen negativamente. Esto significa más radicales libres y ROS, lo que mejora aún más las reacciones oxidativas a mayor humedad.
Cuando el cabello se expone a rayos UV en ambientes húmedos, su estructura se degrada. Primero, los lípidos se convierten en sustancias químicas altamente reactivas que “infectan” otros lípidos e incluso proteínas, creando cada vez más especies reactivas que finalmente se descomponen y producen agujeros en la cutícula.
Cambio de color provocado por los UV
El fotodaño afecta a los gránulos de melanina que dan pigmento al cabello y que entregan cierta protección a la corteza. Sin embargo, a medida que absorbe los rayos ultravioleta, los pigmentos de melanina se descomponen y se vuelven más claros. Los rayos UV son la razón por la que los surfistas tienen el cabello “decolorado” de manera natural: la combinación de radiación UV, agua y minerales provoca una reacción oxidativa que descompone la melanina y aclara el cabello.
La degradación de la melanina es el mismo proceso de decoloración del cabello. Y un cabello ya decolorado (rubio) perdió esa barrera de protección al fotodaño. Esto significa que el cabello decolorado se daña más fácilmente con el sol.
Prevenir el fotodaño
Se nos pide que protejamos nuestra piel del sol y de los dañinos rayos UV. Lo mismo deberíamos preocuparnos por nuestro cabello. Este verano, si vas a tomar sol, protégelo con un sombrero. Y para minimizar y prevenir este y otros tipos de daño, agrega en tu rutina capilar productos que den prioridad a la reparación molecular. Para reconstruir la estructura proteica central del cabello, manteniéndolo fuerte y saludable, usa K18.